El 22 de julio del 2023 el día comenzó temprano, sin esperar a que la alarma sonara, estaba con lo ojos abiertos a eso de las 4:50 a.m. venia de unas semanas intensas y divertidas en el trabajo. Con mucho entusiasmo me levanté de la cama y como de costumbre, salí de la habitación para prepararme el infaltable café matutino. Medité y contemplé junto con el café, un hermoso amanacer. Curiosamente me sentía muy bien de ánimos, diferente a los sentimientos que tuve en las últimas semanas. En ninguno de mis pensamientos te cruzaste, bien jugado. Aproveche mi buena energía, energía que seguro me inyectaste y salí a correr. De nuevo, en mi trayecto no te cruzaste por mis pensamientos. Al regresar, mientras desayunaba y mientras le recordaba lo mucho que amo a tu tía Cata, que estaba trabajando desde Paraguay, estabas poniendo en aprietos a tu mami, que según conversaciones con tu padre, iniciaste el deseo de llegar a esta familia desde muy temprano. Exactamente a las 10 de la mañana me llamó tu abuelo y con un llanto de alegría me dijo: “¿Ya sabes la última? Tu hermanita está hospitalizada porque al parecer la tarea se va a cumplir”. Justo en ese instante entendí porqué mis energías estaban al máximo, ya sabían que venías en camino.
Almorcé con tu papá a las 12:30 y nos tomó el almuerzo exactamente 1 hora. Almorzamos y conversamos con tu abuelo al frente de la clínica. En ese mismo momento, en una habitación estabas moviéndote en la barriguita de tu mamá, que con muchos nervios y acompañada de tu abuelita, adoraban a su Dios para que nacieras lleno de salud y cómo decía tu abuelita, que nacieras completico… A las 3:07 de la tarde, mientras escribía estas líneas para evitar que el tiempo las borre de mi memoria, de frente veía a tu padre sentado y con muchos deseos de conocerte. Leyó uno a uno los exámenes médicos que previamente le habían hecho a tú madre, los guardó, se cruzó las manos y cómo si estuviera haciendo mucho frío, rozabas sus dos manos aguardando el llamado. Respiraba fuerte, se paraba, miraba el reloj, miraba el celular, se estiraba y decía que quería estar al cuidado de tu mamá. Minutos que seguro para él se detuvieron porque tenía muchos deseos de estar contigo y tu mamá.
Solo hasta las 4 pm tu padre pudo entrar y pudo acompañar a tu mami en el hermoso proceso de traerte al mundo. Esos momentos de ansias que vivió tu papá, inmediatamente se trasladaron a nosotros, tu abuela, tu abuelo y tu tío Manu, aguardábamos la noticias de tu llegada. Mientras ese milagro ocurría, conversaciones varias sin mucha profundidad sostuve con tu abula y tu abuelo, era el momento el que queríamos omitir y acelerarlo para poder conocerte. Fueron muchos los minutos que esperamos hasta que recibimos tu primera foto a las 4:30 que fue la hora de tu nacimiento. Una imagen indeleble en la que le dabas el primer beso a tu hermosa madre, que llena de jubílo y muchos nervios agurdaba por ti. Siguieron llegando fotos, videos, más fotos, todas sobre tu llegada al mundo, una a una te contemplamos y menguaron las horas que tuve que esperar para conocerte.
A las 7:40 pude tenerte en mis brazos. Te saludé, te contemplé y te hablé a susurros para no sacarte del sueño hermoso en el que estabas. Tu frágil y angelical presencia, generó un vínculo y un sentimiento tan especial, que fue solo en ese instante donde sentí verdaderas todas las palabras bonitas que tu tía Cata me había regalado.
Te amamos Juanjo hermoso y estamos inmensamente felices de tenerte en nuestra familia. Bienvenido mi Juanjo.